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dc.creatorRobles Rivera, Francisco
dc.date.accessioned2021-10-29T21:28:43Z
dc.date.accessioned2021-11-04T22:12:43Z
dc.date.available2021-10-29T21:28:43Z
dc.date.available2021-11-04T22:12:43Z
dc.date.created2021-10-29T21:28:43Z
dc.date.issued2019-04-02
dc.identifier.urihttps://hdl.handle.net/10669/85100
dc.description.abstractHoy en día parece haber un consenso (¿creado?) sobre las responsabilidades del sector público sobre la desigualdad, la corrupción y el fracaso continuo de mi Liga Deportiva Alajuelense. No sin sarcasmo, tal vez, no hace muy pocas semanas la Revista Dominical nos advertía que éramos más desiguales pero felices. Otros sugieren que nuestro continuo problema sobre la desigualdad es un tema de cómo la medimos. Lo cierto hoy es que Costa Rica es uno de los países más desiguales en el mundo según la OCDE; del grupo de países OCDE estamos solamente detrás de Sudáfrica, China, India y Colombia. Y en América Central, ese patio trasero que nos huele mal, ya en 2014 éramos más desiguales que Nicaragua y El Salvador. Solamente peor quedan Guatemala y Honduras.
dc.publisherDelfino
dc.sourceDelfino, 2 de abril 2019 [Digital]
dc.subjectDesigualdad
dc.subjectCorrupción
dc.subjectEstado
dc.subjectEmpleados públicos
dc.subjectCosta Rica
dc.subjectAmérica Central
dc.titleMalas palabras: desigualdad
dc.typeartículo original
dc.typeartículo original
dc.description.procedenceUCR::Vicerrectoría de Investigación::Unidades de Investigación::Ciencias Sociales::Instituto de Investigaciones Sociales (IIS)


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