�������� ������������������������� ���� ��������������� �� ������ ��������������� ������������� �������������� ����������� ������� ������������������������������������������������������� ������� �������������������������� ����������� �� ����������������������������������������� ���������­�������������������������������������������� ��� ���������������������������������������������������������������������������������� Autores Stella Sáenz Breckenridge y Esteban Zolezzi Sánchez Editores ISBN: 978-9977-68-335-5 Diseño de portada: FLACSO Secretaría General con recursos de Canva. Impreso en San José, Costa Rica por Pdigital. impresion@pdigitalcr.com Noviembre 2022 Las opiniones que se presentan en este libro, así como los análisis e interpretaciones que en él se contienen, son de responsabilidad exclusiva de las personas autoras y no reflejan necesariamente los puntos de vista de FLACSO, ni de las instituciones a las que se encuentra vinculadas. Carlos Ayala Durán Juan Becerra Hurtado Valeria Castro Obando Lorena Guadalupe Corrales Borboa Jorge Flores Krissia Lorena Flores Navarro Ulises González Garduño Laura Ximena Iturbide María Belén López Alejandro May Guillén Romina Rajoy Alan Vogelfanger NUEVAS MIRADAS PARA EL DESARROLLO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE NUEVAS MIRADAS PARA EL DESARROLLO DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE Presentación .............................................................................................................. 7 Introducción: Nuevas Miradas para el Desarrollo ........................................................................... 9 ENSAYOS GANADORES ................................................................................................ 15 Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? .................................................................................. 17 Repensar la paz en Latinoamérica y el Caribe: historia, desarrollo y líneas de acción ..................................................................... 35 El rol de la maternidad en la segregación ocupacional de 2005 a 2020 en México ...................................................................................... 55 MENCIONES HONORÍFICAS.......................................................................................... 71 La filosofía ambiental y la educación en desarrollo sostenible como Nortes del progreso ..................................................... 73 La desigualdad política como área de estudio pendiente en América Latina ................................................................................... 89 Contaminación ambiental en Latinoamérica y el Caribe: Un análisis desde la perspectiva de la hipótesis de Kuznets Ambiental ............................................................................................ 107 Apuntes para el análisis de las políticas de género en Latinoamérica .................................................................... 125 Las protagonistas truncadas del trabajo comunitario en los nuevos escenarios de desigualdad latinoamericanos ................................ 139 Problematización del cambio climático para su inserción en la agenda estatal prioritaria; propuesta de una economía circular para el desarrollo sostenible en la región de América Latina. ............................... 155 Confianza pública, honestidad y pandemia por COVID-19: Estudio para el triángulo norte centroamericano. .................................................. 167 REFERENCIA AUTORES ..............................................................................................189 REFERENCIA EDITORES .............................................................................................194 17 Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? Valeria Castro Obando Costa Rica Eje temático: Gobernanza y democracia en un entorno de descontento social Ganadora del Primer Lugar “Es importante saber por qué el mundo en que vivimos sigue enviándonos señales tan evidentemente contradictorias y también es importante saber cómo podemos vivir con esa contradicción; más aún por qué casi nunca reparamos en ella y, cuando lo hacemos, no nos preocupa especialmente” (Bauman, 2001, p.9). Resumen Este ensayo plantea una interrelación entre los aportes de Manuel Castells, Saskia Sassen y Zymunt Bauman con respecto a las transformaciones e impacto que las TIC están generando en nuestras sociedades. Con base a esto, se reflexiona el impacto del cambio tecnológico y económico ha ocasionado en la credibilidad de las instituciones políticas tradicionales y el tejido social, provocando una incertidumbre y una búsqueda de identidad que puede ser canalizada por informaciones falsas que propician expresiones de miedo y odio. A partir de ello propone un acercamiento al estudio de las noticias falsas y las teorías conspirativas, en la cual se busca responder a la pregunta de ¿por qué estos contenidos tienen tanta acogida en ciertos sectores de la población? Y si estos representan algún peligro. Para responder a estas interrogantes, se utilizó una metodología con un enfoque cualitativo que, basado en el análisis documental, aplicó un modelo de análisis temático en el que se crearon cinco 18 Valeria Castro Obando — Costa Rica ejes de análisis a través de los cuales se analizaron: el concepto de noticias falsas y teorías conspirativas (esbozando la diferencia entre ambos); el impacto y explicaciones sobre el arraigo de estas informaciones, dilemas sobre la regulación; y los mecanismos implementados para combatirlas. Se concluye que la supervivencia en las sociedades informacionales requiere del abordaje de las noticias falsas y las teorías conspirativas bajo un enfoque multidisciplinario que propicie el establecimiento de mecanismos de diálogo para discutir la regulación de contenidos, identificar buenas prácticas, desarrollar estudios sobre las personas propensas a creer en estas informaciones, crear observatorios de tendencias y vigilancia tecnológica, llevar a cabo acciones conjuntas con empresas e instituciones de la gobernanza del Internet a nivel mundial e impulsar la alfabetización digital y el pensamiento crítico en los sistemas educativos. Palabras clave: noticias falsas, teorías conspirativas, TIC, digitalización, sociedad informacional. 19Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? Introducción La masificación de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) promovida como parte de los procesos globalizadores de los últimos años, ha transformado las dinámicas cotidianas de la vida humana al propiciar la incorporación de tecnologías muy diversas, como el Internet, los teléfonos inteligentes y tabletas, entre otras. Con ello no sólo se ha modernizado y digitalizado un sinnúmero de procesos productivos y operativos en toda clase de organizaciones, sino que también se han producido impactos muy diversos en la forma cómo nos comunicamos, relacionamos e informamos. A partir de esto, se ha gestado una nueva realidad digital, como una proyección de la realidad física y en la cual se pueden realizar todo tipo de actividades (comerciales, laborales, entretenimiento, ocio) a través de plataformas electrónicas. Facebook, Youtube, Whatsapp, Youtube, Instagram y Netflix se han vuelto un elemento constante de nuestra cotidianeidad. En dichos espacios, la libre circulación de ideas ha sido facilitada por la creación de motores de búsqueda y las redes sociales, las cuales conjuntamente contribuyen a distribuir grandes cantidades de información (Ford, 2020). Esto genera un doble efecto, ya que por un lado provoca que las redes sociales y el Internet se posicionen como uno de los principales canales para informarse, generar y potenciar el intercambio de opiniones (Ramos, 2018); situándolos como un nuevo elemento en la formación de opinión pública, la expresión de disconformidades ciudadanas e inclusive en la organización de movimientos sociales y acciones colectivas. Por el otro, la sobre saturación hace que las personas se sientan atrapadas por la “vorágine de cifras, datos y noticias, en ocasiones contradictorias, que encuentra en el mundo virtual” (Mansilla-Corona, 2020, p.42). Si bien esto ya es lo suficientemente abrumador, en un clima de crisis e incertidumbre tiene el potencial de llegar cambiar los sistemas de creencias de las personas, al expandir y generar mayor resonancia de informaciones falaces. De ese modo, la “narrativa digital se modifica de manera más agresiva y se transmuta hacia un juego político en donde el individuo es el propósito” (Giller-Mendoza, 2019, p.312). Todo esto ha hecho que los procesos electorales se vean cada vez más mediados por las TIC, y que en general, la vida en democracia se haya adaptado a la presencia tecnológica. Si bien ello 20 Valeria Castro Obando — Costa Rica no pareciera ser un problema tan importante, este adquiere relevancia “cuando la desinformación se convierte en una herramienta oficial, con impactos que pueden poner en riesgo la democracia” (Castillo, 2020, p.17). Una coyuntura como la pandemia ha evidenciado el peso que tienen estas creencias sobre las acciones y actitudes de las personas. Por ello, no es de extrañar que miles de personas, influidas por teorías conspirativas y noticias falsas, hayan decidido ignorar las directrices de salud pública recomendadas por las autoridades sanitarias, así como evitar vacunarse contra el virus del Covid-19. Esto ha centrado la atención en las teorías conspirativas, pues pareciera que ante la incertidumbre, los cambios en las dinámicas políticas y el incremento de la polarización de nuestras sociedades, “las teorías conspirativas…están teniendo más presencia que nunca en la forma de pensar y en el comportamiento de la gente” (Carey, 2020, párr.8). En ese sentido, el presente ensayo busca responder a las preguntas de ¿por qué las teorías conspirativas y las noticias falsas están teniendo tanta acogida en nuestras sociedades? y ¿si estas representan peligro alguno? Para ello, se asume una postura teórica que interrelaciona los planteamientos de Manuel Castells, Saskia Sassen y Zygmunt Bauman en relación con las transformaciones e impacto que las TIC han generado en nuestras sociedades. A partir de esto se adopta un modelo de análisis técnico para analizar aspectos clave para dar respuesta a los interrogantes planteados. Enfoque teórico Desde la perspectiva de Manuel Castells, la revolución tecnológica ha provocado una reconfiguración de las bases materiales de las sociedades contemporáneas al introducir cambios en las relaciones del trinomio Estado-Sociedad-Mercado. Esto se enraíza en el proceso de revolución tecnológica que se gestó como parte de la reestructuración global del capitalismo a partir de la década de 1980 y que perdura hasta la actualidad. Ello ha llevado a la génesis de un nuevo sistema tecnoeconómico, que el autor denomina capitalismo informacional y el cual se caracteriza por apalancarse en las TIC para generar innovación tecnológica e introducir cambios en las dinámicas productivo-operativas para estimular la flexibilidad, la adaptabilidad y la digitalización. 21Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? El capitalismo informacional representa una renovación del capitalismo industrial en el que las sociedades se han convertido en sociedades informacionales. Estas se caracterizan porque en ellas la “generación del conocimiento, la productividad económica, el poder político/militar y los medios de comunicación ya han sido profundamente transformados por el paradigma informacional y están enlazados con redes globales de riqueza, poder y símbolos que funcionan según esa lógica” (Castells, 2001, p.45). Estas transformaciones han potenciado un entorno complaciente con la desestructuración de las organizaciones y la pérdida de legitimidad de la institucionalidad tradicional, lo que a la larga ha terminado por generar una enorme crisis que tensiona a los sistemas políticos del mundo y les aleja de la ciudadanía. La resignificación de las relaciones Estado-sociedad ha estimulado la continua búsqueda de una identidad que dote de significación personal la vida ante la pérdida de vigencia de viejas formas de organización social como los partidos políticos o los sindicatos como instancias capaces de aglutinar intereses y canalizar malestar e inconformidad social. En este escenario, la identidad como un proceso de auto reconocimiento y construcción de significados a partir de “atributos culturales determinados” (Castells, 2001, p.46), se ha convertido en un elemento organizativo que dota de sentido. Además, cada vez más, surgen movimientos sociales transitorios, fugaces y poco estructurados, con una lógica de acción fragmentaria. La inestabilidad de estas formas de organización social revela en el fondo, una condición de esquizofrenia estructural entre función y significado, las pautas de comunicación social cada vez se someten a una tensión mayor y cuando la comunicación se rompe, cuando deja de existir, ni siquiera en forma de comunicación conflictiva (como sería el caso en las luchas sociales o la oposición política), los grupos sociales y los individuos se alienan unos de otros y ven al otro como un extraño, y al final como una amenaza. En este proceso, la fragmentación social se extiende, ya que las identidades se vuelven más específicas y aumenta la dificultad de compartirlas (Castells, 2001, p.28). Esta fragmentación hace que vuelva a cobrar sentido la reagrupación personal bajo identidades que se basan o apelan a elementos de pertenencia étnicos, nacionales o territoriales. Paralelamente, la búsqueda identitaria también ha impactado el modo cómo se concibe el concepto de ciudadanía. Según Saskia Sassen esta condición otorga derechos que emanan del Estado-nación (Vega & 22 Valeria Castro Obando — Costa Rica Gil, 2003); sin embargo, debido a que dicha estructura no siempre cumple su rol como garante de derechos (políticos, sociales y económicos) y pareciera incapaz de superar la desigualdad, ha estimulado desconfianza hacia las instituciones del Estado-nación. De ese modo, las instituciones políticas existentes creadas para ayudar a las personas en su lucha contra la inseguridad, les ofrecen poco auxilio. En un mundo que se globaliza rápidamente en el que una gran parte del poder político…que queda fuera de la política, estas instituciones no pueden hacer gran cosa en lo referido a brindar certezas o seguridades (Bauman, 2001, p.13). Esto pone en entredicho al Estado-nación como construcción identitaria, ya que si falla en sus funciones esenciales, otros actores pueden ocupar su lugar y desarrollar acciones que produzcan reconocimiento y legitimidad en la población. Esto puede llevar a nuevas formas de expresión ciudadana que se desarrollan al margen del sistema político formal y más allá de “las constricciones de la ciudadanía (supra)estatal y económica” (Vega & Gil, 2003, p.31), las cuales han sido posibilitadas por las TIC. Esto ha permitido el desarrollo de espacios digitales que conforman redes a través de las cuales fluye información y se proponen formas alternativas de potenciar la participación o de canalizar el malestar ciudadano. Al conformarse estas redes que se encuentran interconectadas entre sí (sea entre comunidades, regiones, países y/o a nivel global) las TIC han trastocado el modo de hacer política, difuminando los límites entre lo local y lo global y lo físico y lo virtual. Este fenómeno deriva de la aplicación de los medios digitales y puede cristalizarse en “grupos radicados en ciudades…que se conectan con otras agrupaciones similares en el resto del mundo” (Sassen, 2003, p.46) o en colectivos que se movilizan a través de su propia red para efectuar actuaciones físicas o no. Sin embargo, al no contarse con canales estables para canalizar estos malestares, el “deseo de asociación tiende a liberarse en explosiones aisladas…suele ofrecérsele salida por medio de carnavales de compasión y caridad; a veces a través de estallidos de hostilidad y agresión contra algún recién descubierto enemigo público” (Bauman, 2001, p.11). Eso es problemático porque una vez pasado el detonante inicial, esa solidaridad coyuntural pierde fuerza y se desvanece en la cotidianeidad de las vidas personales, ante la ausencia de un espacio-vínculo que genere arraigo a nivel societal. La carencia de dicho espacio produce expresiones de descontento 23Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? e inconformidad social en los que subyace, un sentimiento de inseguridad e incertidumbre que se origina en los cambios del capitalismo informacional. Las personas reaccionan a estos, entendiendo que su estabilidad personal puede verse desafiada por asuntos externos que no están en su control y que en lugar de traer más certeza, producen más incertidumbres. La incertidumbre sobre lo que podrá pasar junto con la incapacidad para encontrar fuentes confiables de certeza -como el Estado-Nación, los partidos políticos, la iglesia, la cultura o la familia- evidencia que el “mundo moderno es un container lleno hasta el borde del miedo y la desesperación flotantes, que buscan desesperadamente una salida” (Bauman, 2001, p.23). Todo ello obliga a la continua búsqueda no sólo de certidumbres y explicaciones, sino también de sentido propio. En este orden de cosas, los solitarios asustados, sin comunidad, seguirán buscando una comunidad sin miedos y los que están a cargo del inhospitalario espacio público seguirán prometiéndola. El problema es que las comunidades que pueden construir los solitarios y que los administradores del espacio público pueden ofrecer si son serios y responsables, son aquellas construidas a partir del miedo, la sospecha y el odio (Bauman, 2001, pp.22-23). El problema de esto es que puede provocar la sensación de unidad o la solidaridad sobre la base de mentiras, que aunque incoherentes pueden ser creídas. Es así como las noticias falsas y las teorías conspirativas pueden convertirse en un aliciente paliativo para sobrevivir al ambiente de alta incertidumbre a costa de generar comportamientos sociales que destruyen “las relaciones sociales que anteriormente daban elementos para la cohesión y una mejor estructuración social” (Ramos, 2018, pp.61-62). Metodología En línea con los planteamientos teóricos esbozados, el ensayo fue elaborado bajo un enfoque cualitativo en el que el análisis del tema se realizó procurando comprender los fenómenos de las teorías conspirativas y noticias falsas y no pretendiendo producir “una medida cuantitativa de sus características o conducta” (Salgado, 2007, p.73). Para ello se decidió utilizar el análisis documental como la principal técnica de investigación. Esta contempla un “conjunto de operaciones intelectuales, que buscan describir y representar los documentos de forma unificada y sistemática para facilitar su recuperación” (Elinor & Molina, 2012, p.2). 24 Valeria Castro Obando — Costa Rica Por lo anterior se revisaron fuentes de información secundarias como artículos de revista, noticias, libros, noticias y reportajes de prensa emitidos entre 2018 y 2021. Igualmente, para que la búsqueda y sistematización de información fuera más efectiva se aplicó un modelo de análisis temático con el fin de establecer criterios de búsqueda que facilitaran la sistematización y análisis de la información (Salgado, 2007). De ese modo, y tomando en cuenta las preguntas ¿por qué las teorías conspirativas y las noticias falsas están teniendo tanta acogida en nuestras sociedades? y si estas ¿representan peligro alguno para nuestras sociedades cómo pueden combatirse? se crearon cinco ejes de análisis: 1. Concepto de noticias falsas y teorías conspirativas 2. Impacto y explicaciones sobre la acogida de las noticias falsas y teorías conspirativas 3. Dilemas sobre la regulación de las noticias falsas y teorías conspirativas 4. Mecanismos y estrategias implementadas para mitigar el impacto de las noticias falsas y teorías conspirativas Resultados Si bien hablar de teorías conspirativas parece algo relativamente reciente, el término ha sido empleado desde 1871 cuando el escritor Charles Reade lo utilizó en una novela para referirse a la situación que ocurría en un sanatorio mental en el que los pacientes sufrían abusos. Actualmente, las teorías conspirativas son explicaciones que buscan darle sentido a algo, sobre la base de que hay algo encubierto (Mansilla, 2020). Usualmente, son discursos cerrados que refieren a grandes eventos sociales que además de afectar a muchas personas, son presentados como “consecuencia de la maquinación de una fuerza superior y, a menudo, secreta” (Pérez, 2009, p.7). Estas teorías pueden ser demasiado simplistas o complejas en sus razonamientos, lo que pone en entredicho su verosimilitud. Además, aborrecen “la causalidad y las consecuencias no esperadas de la acción” (Pérez, 2009, p.9) ya que se asume una linealidad determinista en sus explicaciones. En ellas la ausencia de un evento se usa como una “prueba de que la conspiración existe pues la conspiración ha evitado que ocurra tal evento para protegerse” (Pérez, 2009, p.10). Se presupone que ha dicho encubrimiento contribuyen 25Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? los medios de comunicación, los cuales de manera intencional no reportan la verdad. Las noticias falsas por su parte refieren a informaciones falsas o erróneas que se manipulan intencionalmente ya sea para generar lucro, ocasionar daño u otros objetivos. Estas pueden ser consideradas como “rumores, «contra- conocimiento», desinformación, «posverdades», «hechos alternativos» o simplemente mentiras.” (Weidenslaufer, Roberts, Loiseau & Abujatum, 2020, p.5). Generalmente, buscan incidir sobre la opinión pública y se caracterizan por ser difundidas mediante canales digitales como los sitios web o las redes sociales, ya que dichos espacios poseen gran capacidad de difusión a bajo costo, de manera rápida y con “largo alcance para llegar a miles de personas de manera simultánea” (Ford, 2020, p.57) en tiempo real. Por esto tienden a divulgarse más rápidamente que las noticias reales, y en muchos casos se suele recurrir al uso de bots operados a partir de algoritmos de inteligencia artificial (IA) para difundir la información falaz. Actualmente, las noticias falsas son usadas junto con las teorías conspirativas, ya que se complementan mutuamente. Debido a que las noticias falsas suelen apelar a las emociones y no a la razón, estas tienden a inducir creencias con el fin de modificar las actitudes y comportamientos de las personas, generando temor y bloqueando sus razonamientos críticos. De ese modo, una teoría conspirativa puede ser usada como la explicación a una realidad retratada por una noticia falsa, generando apoyo a la misma e impulsando la generación de más noticias falsas. Esta interrelación puede ser ilustrada con la teoría QAnon que plantea la existencia de un Estado profundo que es dirigido por una élite planetaria pedófila y satánica. Si bien esta teoría está más arraigada en los Estados Unidos, ha ido sumando simpatizantes en Latinoamérica. Durante el 2020 se constató la existencia de grupos de Facebook en países como Costa Rica (6700 seguidores), Argentina (4183 miembros), Colombia (1700 seguidores) y un grupo regional (más de 4000 seguidores), en los cuales se ha dado cabida al negacionismo científico y del cambio climático, planteamientos antivacunas y la difusión de noticias falsas de toda índole, entre las que puede mencionarse el consumo de dióxido de cloro para prevenir el Covid-19 (Wallace, 2020). 26 Valeria Castro Obando — Costa Rica La masividad con que se transmiten este tipo de contenidos puede ser “especialmente problemáticas en los sistemas democráticos, y existe un creciente debate sobre cómo abordar estos problemas sin socavar los beneficios de los medios digitales” (Weidenslaufer, Roberts, Loiseau & Abujatum, 2020, p.2). En las coyunturas electorales, este tipo de contenido suele utilizarse para generar ataques entre las y los candidatos y tratar de que las personas no voten por una opción partidaria, sin embargo, este contenido es mucho más peligroso porque puede “desestabilizar a un gobierno y poner en riesgo la democracia” (Ford, 2020, p.56). La pandemia de la Covid-19 ha dejado entrever los efectos que los argumentos conspiranoicos y las noticias falsas pueden causar en las personas. Estados Unidos, Europa e inclusive América Latina, han sido testigo de movimientos antivacunas que han estimulado la destrucción de la vacuna de la Covid-19, el cierre de instalaciones médicas, agresiones a personal de salud y el daño a torres de redes 5G porque propagan la Covid-19 (Keppler, 2020; Toledo- Leyva, 2021). Una coyuntura como esta evidencia que la falta de información veraz en un contexto de alta incertidumbre provoca un bloqueo en la capacidad de tomar buenas decisiones y produce desconfianza hacia las autoridades y cuestionamientos hacia los medios de comunicación y el gobierno, ya que no se tiene certeza de a quién creer. Por ello, cabe indagarse en qué radica el éxito de estas teorías y las noticias falsas y por qué pueden tener tan buena acogida en ciertos sectores. Lo primero que debe considerarse es que las TIC han abierto un mar de información que está disponible en la red y que por mucho sobrepasa la capacidad de procesamiento humana (Mansilla, 2020), lo que posibilita la difusión de mentiras o verdades a medias. La desinformación puede tocar tierra fértil por cuestiones etarias, la falta de interés en investigar y/o buscar información y el masivo acceso a dispositivos electrónicos, deficiencias educativas y la existencia de una cultura que promueve el uso de Internet y otras TIC sólo para fines recreativos. Como la atención es un recurso escaso, las personas no siempre deciden verificar la calidad, veracidad y el pluralismo de la información que reciben. Más bien tienden a actuar según su propio sesgo de confirmación, que implica preferir información que sea consistente con las creencias propias y rechazar la que las 27Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? contradice (Ramos, 2018). Además, si este material es compartido por personas de confianza (familia, amistades, pareja, colegas de trabajo) o personalidades públicas, se puede crear una falsa sensación de confianza hacia la información recibida. También se puede llegar a creer en este tipo de teorías como “una especie de contrapeso psicológico, una sensación de control, una narrativa interna para encontrarle sentido a un mundo que parece no tenerlo” (Carey, 2020, párr.10). Cuando predomina el miedo, como en las situaciones de crisis en las que hay mayor susceptibilidad emocional y se genera desconfianza (Delgado, 2020) puede haber mayor propensión a creer en información falaz. Aunque aún no ha sido indagado a profundidad quiénes son más susceptibles a creer en teorías conspirativas y noticias falsas, algunas investigaciones como la realizada por Bowes y Lilienfeld indican que los rasgos de personalidad relacionados con las creencias conspirativas son “la presuntuosidad, la impulsividad egocéntrica, la ausencia de compasión…los niveles elevados de estados depresivos y ansiedad (el tipo malhumorado, confinado por sus circunstancias o por su edad)” (Carey, 2020, párr.19). Estos rasgos se asocian a un trastorno esquizofrénico llamado psicoticismo, el cual se considera una “forma más tenue de una psicosis en estado avanzado, que tiene las alucinaciones recurrentes características de la esquizofrenia” (Carey, 2020, párr.20). Por tanto, los contextos de alta incertidumbre favorecen el surgimiento de una paranoia en la que ante el aluvión de información, se puede caer en explicaciones extremas ante la sensación de no comprender bien que es lo que está pasando. Ello puede ayudar a explicar por qué las noticias falsas y las teorías conspirativas tienen una alta capacidad de afectar a las masas. Esto ha planteado la posibilidad de regular estos contenidos, aunque no sin dejar de causar controversias sobre todo por el riesgo de coartar la libertad de expresión y lo difícil que parece la aplicación y monitoreo de la eventual normativa (Weidenslaufer, Roberts, Loiseau & Abujatum, 2020). El Internet funciona como una arquitectura en red que no puede ser “controlada desde ningún centro, [y está] compuesta por miles de redes informáticas autónomas que tienen modos innumerables de conectarse, sorteando las barreras electrónicas” (Castells, 2001, p.31). Debido a que en la Internet 28 Valeria Castro Obando — Costa Rica los actores están en constante cambio, es muy probable que si se intenta suprimir una red o plataforma, emerja otra. Es por eso que para muchos la imposición de regulación puede resultar ineficaz y poco realista para solventar el problema. Como la mayoría de esta información es difundida a través de canales digitales, no necesariamente se cuenta con normas que regulen la “responsabilidad sobre la veracidad de sus contenidos en la mayor parte de los países” (Weidenslaufer, Roberts, Loiseau & Abujatum, 2020, p.1). A pesar de eso, se han realizado algunos esfuerzos por promover o aplicar normativa para regular parcial o indirectamente estos contenidos. Mientras que algunos países han extendido la aplicación de disposiciones administrativas, civiles y penales que regulan a los medios de comunicación, los procesos electorales y la difamación a las noticias falsas (y a partir de eso, considerarlo una conducta ilegal como en Francia); otros han creado legislación para sancionar a las plataformas que divulgan estos contenidos y les obligan a eliminar la información. En otros las autoridades electorales y empresas tecnológicas han aunado esfuerzos para bloquear contenidos falsos y crear “recursos de verificación de hechos para el público en general o mediante la publicación masiva de noticias «reales» durante la temporada electoral e incluso posterior a ésta” (Weidenslaufer, Roberts, Loiseau & Abujatum, 2020, p.9). Cabe señalar que en los casos más extremos, como en China, se ha optado por la censura de estas informaciones y países como Canadá y Kenia se han opuesto a la aplicación de disposiciones contra las noticias falsas por considerar esto como una violación a la libertad de expresión. Si bien no existe una única receta para contrarrestar la influencia de las noticias falsas y teorías conspirativas, la solución no puede encontrarse en respuestas unilaterales sino que por el contrario, debe buscar la colaboración de diferentes sectores y es por ello que se requiere del trabajo conjunto de empresas tecnológicas, gobiernos, medios de comunicación y la ciudadanía. Desde la perspectiva de las empresas, los esfuerzos deben centrarse en la moderación de contenidos en distintas plataformas, donaciones a agencias de fact-check y periodistas y la prohibición de anuncios que promuevan la desinformación; mientras que los gobiernos deben asumir su papel como fuentes oficiales de información no sólo cuando divulgan información por medios tradicionales, sino también con la habilitación de “canales de información online 29Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? con datos actualizados, oportunos, imparciales y veraces” (Ford, 2020, p.61). Asimismo, deben promover el uso de fuentes de información confiables, incluir estrategias de gobierno abierto como la disposición de portales de datos abiertos y emitir alertas sobre contenidos falsos que se difundan en redes sociales. Por su parte, los medios de comunicación, en su rol de mediador de la información son responsables de comprobar la veracidad de los hechos y fuentes informativas, así como de ofrecer información objetiva, y por ello deben funcionar como un “contrapeso frente a la información que fluye en las redes sociales” (Ford, 2020, p.61). Además, de desarrollar alianzas con agencias de fact-checkers para ofrecer herramientas que sirvan para identificar efectivamente cuando una información es falsa. En este contexto, la ciudadanía debe asumir una actitud crítica y responsable ante la información que recibe en los espacios digitales. Por ello, al entrar en contacto con información falsa, las personas deben aprender a verificar aspectos como la autoría, la fuente, el sitio web, la fecha y contrastar la información con la de instancias oficiales. Esto es muy importante porque las personas tienen una cuota de responsabilidad al difundir información falsa. Sin embargo, para que las personas sean capaces de lograr esto requieren de una preparación que les permita ejercer su ciudadanía en una sociedad altamente digitalizada. Esto más que referirse al aprendizaje y uso de herramientas tecnológicas implica prepararse para “usar el pensamiento crítico (…) la tecnología en términos positivos, con respeto, ética y empatía, proteger la seguridad, cuidar la privacidad y reforzar [y] la identidad digital” (Ford, 2020, p.63). Según Esther Wojcki, una forma de lograr esto es que se impartan técnicas de periodismo de investigación en los sistemas educativos. Ello puede ser complementado con acciones que desde sociedad civil organizada resalten la “defensa de valores fundamentales, como la libertad de expresión, la democracia y la propia política” (Castillo, 2020, p.17). Conclusiones y recomendaciones Aunque las teorías conspirativas y las noticias falsas no son fenómenos actuales, su creciente popularidad debe ser vista como consecuencia indirecta de los procesos de transformación tecnológica gestados desde 1980 y gracias 30 Valeria Castro Obando — Costa Rica a los cuales las TIC han facilitado la difusión de este tipo de contenidos a un ritmo acelerado. Todo esto debe ponernos a pensar sobre el impacto que genera en nuestras vidas el modo de vida de las sociedades informacionales, y particularmente, con el debilitamiento del tejido social. Ello representa un gran problema pues si las formas de hacer comunidad cada vez más se deterioran, no sólo la institucionalidad política tradicional parece perder vigencia, sino que también se abre la puerta para la inclusión de líderes populistas y otros actores fácticos. El impacto psicológico que genera el miedo y la incertidumbre son aspectos que no puede ser ignorados pues ellos pueden ser utilizados para construir sentido comunitario e identidad bajo el miedo y el odio a otros. Esto revela el riesgo de que sigan vulnerando procesos electorales, se pueda atender con la seguridad y salud pública, y en el peor de los casos se estanque el avance de los derechos humanos en la región y la lucha contra el cambio climático. En este escenario se requiere del establecimiento de un diálogo nacional y regional, a través del cual se explore cómo regular las noticias falsas y las teorías conspirativas, sin socavar las bases de la libertad de expresión, así como crear buenas prácticas que puedan ser aplicadas en distintos niveles y actores. Junto con esto hay que impulsar el desarrollo de más estudios sobre las teorías conspirativas en América Latina y su incidencia en el debilitamiento de las democracias de la región. Igual de importante resulta que se examinen las personalidades propensas a creer en conspiraciones y entender qué es lo que hace que las personas hoy sean tan susceptibles a caer en este tipo de informaciones, más allá de los efectos que esto pueda ocasionar en la arena político-electoral. No obstante, los hallazgos de estas investigaciones no deben limitarse a un ejercicio académico, sino que los resultados deben servir como insumos para guiar la discusión pública. Otra de las acciones que puede considerarse es la creación de observatorios de tendencias y de vigilancia tecnológica. Esto pueden ayudar en el monitoreo de avances tecnológicos y hechos del entorno con potencial de impacto, así como propiciar alertas sobre aspectos o hechos que sean susceptibles de generar desinformación u originar movimientos sociales basados en teorías conspirativas y noticias falsas. 31Fake news y teorías conspirativas: ¿Deberíamos preocuparnos? Por otro lado, ¿será hora de repensar las estructuras de gobernanza del Internet? Si consideramos que la gobernanza del Internet alude al “conjunto de principios, normas, reglas, procesos de toma de decisión y actividades que, implementadas y aplicadas de forma coordinada por gobiernos, sector privado, sociedad civil y comunidad técnica, definen la evolución y el uso de la Red” (Unesco, 2021, párr.1); entonces ¿por qué no potenciar mecanismos conjuntos a través de instancias internacionales relevantes a nivel internacional en el campo de la gobernanza del Internet como la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números (ICANN), el Foro para la Gobernanza del Internet (IGF) o la Unión internacional de Telecomunicaciones (UIT)? Queda claro que se requiere de un esfuerzo multiactor y multinivel que propicie más alianzas con actores tecnológicos que contribuyan a reducir la presencia de información falsa en la red e impulsen campañas de sensibilización conjuntas. Si bien actores corporativos como Facebook han realizado acciones importantes, se debe pensar en la forma como vincular a otras compañías que día a día crecen y adquieren relevancia en la esfera digital, como por ejemplo TikTok. Las acciones para impulsar el cambio tecnológico en América Latina se están centrando en la construcción de infraestructuras digitales, lo que si bien es indispensable para el desarrollo de las telecomunicaciones, la atracción de inversiones a la región y el potenciamiento de negocios innovadores capaces de potenciar la tecnología, muestran un vacío importante con respecto al recurso humano. Este vacío alude tanto al déficit de profesionales en áreas STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática) como a la necesidad de estimular habilidades de alfabetización digital. La sobreabundancia de información obliga a desarrollar capacidades especiales que no se limiten a enseñar cómo utilizar dispositivos, sino que promuevan el desarrollo de una gama de habilidades muy diversas que pueden ir desde la ciberseguridad, la protección de datos personales y los riesgos en línea hasta la alfabetización informacional. En línea con esto, también es hora de plantearse la necesidad de construir capacidades que fomenten el pensamiento crítico dentro de nuestros sistemas educativos, pues esta se convertirá en una destreza ante una realidad altamente virtualizada. 32 Valeria Castro Obando — Costa Rica Referencias Carey, B. (30 de septiembre del 2020). ¿Por qué las personas creen en teorías conspirativas? New York Times. Recuperado de https://www.nytimes.com/ es/2020/09/30/espanol/ciencia-y-tecnologia/teorias-conspiracion.html Bauman, Z. (2001). En busca de la política. Fondo de Cultura Económica. Castells, M. (2001). 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