Asegurar un mañana más saludable en Centroamérica: proteger la salud sexual y reproductiva de la juventud de hoy

Fecha

2008

Autores

Remez, Lisa
Prada, Elena
Singh, Susheela
Rosero Bixby, Luis
Akinrinola, Bankole

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Editor

New York: Guttmacher Institute

Resumen

Es urgente proteger la salud sexual y reproductiva de la juventud centroamericana de hoy. Las tasas de maternidad adolescente en El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua son, por mucho, las tasas más altas de toda América Latina. Además, la actual prevalencia del VIH ha sobrepasado el umbral de 1% para convertirse en una epidemia generalizada en Honduras; y se está acercando a ese nivel en El Salvador y Guatemala. Preservar la salud de los jóvenes no es sólo importante para la juventud misma; también es una prioridad vital para el desarrollo. Este informe, basado en encuestas nacionales recientes, presenta patrones y tendencias clave en la conducta sexual y reproductiva de jóvenes de 15–24 años en esos cuatro países, e identifica brechas y necesidades importantes. Las normas tradicionales de género socavan la salud de ambos sexos En un clima cultural en donde la actividad sexual es mal vista para las mujeres solteras pero permitida o incluso alentada para los hombres solteros, los niveles reportados de actividad sexual de la gente joven difieren ampliamente según el sexo. Altas proporciones de personas de 20–24 años (58–67% de mujeres y 79–92% de hombres) inician la actividad sexual antes de cumplir los 20 años. Para las mujeres jóvenes, la mayor parte de la actividad sexual actual ocurre dentro de una unión (formal o consensual); pero tiene lugar fuera de ella para los hombres jóvenes. En general, los hombres se involucran en conductas sexuales más riesgosas que las mujeres. De un cuarto a dos quintos de los hombres jóvenes han tenido al menos dos parejas sexuales en el último año, en comparación con proporciones insignificantes en el caso de las mujeres. Han bajado las proporciones que se unen durante la adolescencia Las uniones tempranas siguen siendo comunes para las mujeres en la subregión, pero los datos muestran que en cada uno de los cuatro países, las jóvenes han comenzado a posponer sus primeras uniones. En contraste, no ha surgido una tendencia uniforme similar en el retraso de la primera relación sexual. Actualmente, 45–60% de las mujeres de 20–24 años establecen una unión durante la adolescencia; y esta proporción es consistentemente más alta entre las mujeres con menor educación, mayor pobreza y de residencia rural. Una importante mayoría (aproximadamente tres cuartas partes) de las uniones en tres de los cuatro países son uniones consensuales en lugar de matrimonios legales. Guatemala es la excepción, donde menos de la mitad (47%) de las uniones son consensuales. Apenas ha cambiado el momento del primer embarazo Aunque las tasas de fecundidad adolescente han disminuido recientemente en los cuatro países, los niveles actuales todavía son iguales o mayores que el promedio para África; y, con mucho, exceden las tasas de América Latina en su conjunto. Las disminuciones ocurridas reflejan que en lugar de posponer un primer embarazo hasta los 20 años o más, las mujeres están teniendo menos segundos embarazos durante la adolescencia. Las posibles razones por las cuales el momento de los primeros nacimientos no ha cambiado apreciablemente, incluyen la falta de oportunidades económicas para las mujeres quealcancen mayor escolaridad y las normas tradicionales que continúan respaldando la maternidad temprana. De dos quintos a la mitad de las mujeres tienen su primer hijo en la adolescencia; estas proporciones son mucho más altas entre las mujeres del área rural, las más pobres y las de menor escolaridad. Importantes proporciones de nacimientos de adolescentes son no planeados (desde un tercio en Guatemala a casi la mitad en Honduras); y esas proporciones representan aumentos de apenas hace unos pocos años en los cuatro países, habiendo ocurrido el mayor aumento en Nicaragua. La mayoría de las mujeres solteras sexualmente activas desean evitar el embarazo. Adicionalmente, muchas mujeres jóvenes que viven en unión desean posponer el embarazo, especialmente una vez que ya se han convertido en madres (i.e., 83–92% de las mujeres unidas que ya han tenido un hijo vs. 32–68% de las que no lo han tenido). La necesidad insatisfecha de anticonceptivos modernos es muy alta Las altas proporciones de nacimientos que son no planeados demuestran que el uso que hacen las mujeres jóvenes de anticonceptivos efectivos, no corresponde con su deseo de posponer su primer embarazo o de espaciar embarazos posteriores. La proporción de mujeres sexualmente activas que actualmente usa un método moderno es más alta en Nicaragua (55%) y más baja en Guatemala (25%). Las inyecciones y la píldora son los métodos modernos que predominan en estos países. El uso de cada uno de ellos es aproximadamente igual en Nicaragua y Honduras, pero el uso de inyecciones es tres a cinco veces más alto que el de la píldora en El Salvador y Guatemala. Sin embargo, de un tercio a la mitad de las mujeres jóvenes sexualmente activas tienen una necesidad insatisfecha de anticoncepción moderna, nivel que es apreciablemente mayor entre las mujeres solteras que entre las unidas; y usualmente mayor entre las adolescentes, comparadas con las mujeres de 20–24 años. La juventud necesita más información para protegerse de las infecciones Honduras tiene la más alta prevalencia de la infección por VIH en personas de 15–24 años en esos países (1.8%) y Nicaragua, la más baja (0.2%). Sin embargo, la percepción de estar en riesgo fue exactamente la opuesta, por lo menos en los hombres (i.e., más baja en Honduras en 16%, y más alta en Nicaragua en 56%). Aproximadamente una cuarta parte de las mujeres en cada país creía estar en riesgo. En los cuatro países, fueron bajas las proporciones de jóvenes que espontáneamente mencionaron la abstinencia como medio para evitar la infección (4–22%); y algo más altas fueron las proporciones que citaron el limitar el número de parejas sexuales (17–54%). Alrededor de 49–68% de todos los hombres citaron usar condón, pero menos de un tercio de las mujeres en El Salvador y Guatemala dieron esta respuesta. Fueron relativamente bajas las proporciones que usaron condón la última vez que tuvieron relaciones sexuales— solamente 11–26% de las mujeres jóvenes sexualmente activas y 43–66% de los hombres similares. Considerando el alto riesgo de infección vinculado con las múltiples parejas sexuales, el hallazgo de que solamente 40–55% de los hombres con dos o más parejas sexuales en el año anterior usaron condón, indica que estos jóvenes están inadecuadamente protegidos. La evidencia sugiere varios pasos para salvaguardar el futuro Hacer más accesibles los servicios de salud reproductiva, especialmente para la juventud que más los necesita. Fortalecer los servicios en general, a través de esfuerzos amplios para aumentar recursos, expandir infraestructura y promover una mayor aceptación entre la gente adulta de las necesidades de información y servicios que tiene la gente joven. Los servicios amigables y ofrecidos a un precio accesible pueden llegar mejor a la gente joven que no busca los servicios, ya sea porque no pueden pagarlos o porque temen ser juzgados. Integrar los servicios de infecciones de transmisión sexual y planificación familiar para optimizar el uso de recursos limitados. Proveer consejería en planificación familiar y aumentar el acceso a una amplia variedad de métodos, especialmente condones, para ayudar a que la gente joven tenga éxito en prevenir el embarazo no planeado y la infección. Implementar la educación sexual integral y promover la equidad de género. Tanto las mujeres como los hombres jóvenes necesitan informarse y desarrollar las habilidades para poder retrasar el debut sexual, resistir la presión por tener relaciones sexuales y practicar el sexo seguro. Apoyar la capacitación de profesores, dirigir acciones tempranas a las y los adolescentes, y ayudar a la gente joven a permanecer en la escuela el mayor tiempo posible. Desarrollar estrategias alternativas para proporcionar educación sexual a la gente joven que ya no asiste a la escuela. Dar prioridad a las necesidades de la juventud y armonizar las disposiciones contradictorias entre las políticas. Proporcionar recursos y ejercer apoyo político para asegurar la aplicación de leyes, normas y políticas nuevas y existentes, que permitan que la gente joven proteja su salud. Coordinar la administración de programas y servicios para evitar la duplicación ineficiente de esfuerzos entre los ministerios y departamentos responsables.

Descripción

libro -- Universidad de Costa Rica, Instituto de Investigaciones en Salud. 2008. Libro publicado por Guttmacher Institute, New York.

Palabras clave

Educación Sexual, Salud Reproductiva, Sexualidad, Salud Pública

Citación

http://www.google.com/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CCEQFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.guttmacher.org%2Fpubs%2F2008%2F05%2F29%2FPNG_CentralAmerica.pdf&ei=hZS5VJLlFMTuggT44YKYAw&usg=AFQjCNEfE7US2PxbXlvwGOd6IxiB7p6hGg&sig2=Y27NV3tnMchR79fVl8BwDQ&bvm=bv.83829542,d.eXY&cad=rja